Como todos los domingos, fui a misa de 19 hrs. En esta oportunidad predicó y celebró el P Jaime Nawrat. Habló de muchas cosas, se podría decir con claridad que maneja mucha información, es una persona muy culta que lee constantemente. Habló de hacer lio, es decir, recordó las palabras del papa Francisco de ir a anunciar el evangelio por las calles, de la forma que sea, simplemente hacer ruido con la fe, sin avergonzarse y todo lo demás. Habló de estar alerta, de esperar con ansias al niño Dios que nace una vez más en nuestra casa, en nuestro corazón. Qué diferencias tiene este año con el año anterior, en qué cosas hemos progresado y en qué hemos retrocedido.
Hacer un alto en estas fechas para rememorar el niño Dios es algo oportuno, sin embargo es la oportunidad de hacer un recuento de lo que ha sido este año para nosotros. Todos tenemos cosas que vivir y contar, y en ese sentido es la oportunidad ya al llegar los últimos días del año, y programarse para el año que viene, no solo desde la fe, sino principalmente desde el ser persona.
Fray Nawrat también trató en su prédica el tema de pedir perdón por los pecados. Lo que me hizo pensar automáticamente en que muchas personas, no sé si jóvenes o más adultas con más experiencia en sus cuerpos, pidan perdón por los errores. Creo que esto es muy sano. Sano pedir perdón, insano estancarse en pedir perdón. Creo quela fe, no es solo pedir perdón, no es solo saber a quien acudir cuando necesitamos perdón, sino también y principalmente enmendar eso que hemos por accidente o voluntad dejado de hacer el bien. Intento no configurar la vida haciendo el bien o haciendo el mal, pues al final la vida se transforma en la lucha constante de una fuerza contra la otra. solo debemos buscar hacer lo bueno, de hecho por naturaleza no podemos buscar otra cosa. Somos seres que buscamos nuestro bien siempre y en todo lugar, por eso a veces quedamos como egoístas y todo lo demás, pero esto responde más bien a una característica propia del hombre, como el sentido de supervivencia. Pero a lo que quiero llegar es a decir que si bien nuestra fe debe estar ahí donde las papas queman, también quiero decir que es necesario no estancarnos en categorías poco provechosas para la salud del cuerpo y de la mente.
Pedir perdón es un acto de mucha humildad, que requiere una profunda refracción interna de reconocernos débiles y necesitados. Lo negativo está en estancarnos en ese acto y pedir y pedir y pedir perdón todo el tiempo, pues hay cosas más provechosas que pedir perdón como por ejemplo enmendar con amor lo malo que hemos sido, lo egoístas que nos hemos comportado. Simplemente volcar nuestra mirada en Dios, pero no en un ser que nos ve todo el día, pues sería casi que actuáramos por temor, sino movidos por un amor a Dios en los otros, en los demás, en los necesitados, y ahí estamos nosotros para hacer lo que sea necesario, sin buscar ni rechazar nada, simplemente estar ahí, ayudar y luego irnos,,, disfrutar la compañía, escuchar lo que haya que escuchar, y luego partir, así de simple, de otra forma no sería gratis.
Entonces, en resumidas cuentas, buscar el bien del otro siempre y en todo momento. No se trata de olvidarnos de nosotros, cosa que tampoco sería tan malo, sino de buscar el bien de los otros, estar atentos, no como esclavos ni sirvientes, sino atento, que no pase nadie inadvertido en nuestra vida. Olvidarnos de nosotros digo que no sería tan negativo, pues creo que en la medida que estamos abiertos a los demás nos entramos curiosamente con nosotros mismos. El otro es igual a mí, no tiene muchas diferencias, solo de carácter y de personalidad que hacen de cada uno un ser original e irrepetible. Si que dejemos de lado la actitud del mendigo, de andar puro pidiendo y rezando todo el día padre nuestros y ave marías, pues aunque estas oraciones nos hacen bien para recordar el amor de Dios para con el hombre, hay muchas más cosas que podemos hacer directamente para contarle a Dios cuánto estamos haciendo por su iglesia y por su más perfecta creación; el hombre.